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Gabo siempre tuvo un vínculo con Cartagena y lo relataba en sus obras más importantes. Foto: Getty Images
Gabo siempre tuvo un vínculo con Cartagena y lo relataba en sus obras más importantes. Foto: Getty Images

Cartagena, la musa de Gabriel García Márquez

El Nobel colombiano fue influenciado por Cartagena de Indias para desarrollar gran parte de su obra literaria. 

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Cuando Gabriel Garcia Márquez llegó a Cartagena, en 1948, huía de ‘El Bogotazo’, una serie de disturbios causados por el asesinato del líder político Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, la capital colombiana, el 9 de abril de ese año. Desde su arribo a la ‘Ciudad Heroica’, esta se convirtió en un lugar vital para la creación de su mundo ficcional. 
 
Desde muy joven, Gabo había dejado el calor Caribe de su natal Aracataca para trasladarse al centro del país, caracterizado por el frío y las montañas. En Zipaquirá, un pueblo a dos horas de Bogotá, terminó el colegio. De allí se trasladó a la capital, donde sin mucho ánimo pues lo suyo siempre había sido la escritura, empezó sus estudios de derecho.
 
Por eso, ‘El Bogotazo’ fue un golpe del destino que lo obligó a volver a su amado Caribe. Gabo quedó deslumbrado con Cartagena desde el momento en que llegó, tal y como la describió en sus memorias ‘Vivir para contarla’: “habíamos llegado a la gran puerta del Reloj (…) algo de su gracia divina debía quedarle a la ciudad, porque me bastó con dar un paso dentro de la muralla para verla con toda su grandeza a la luz malva de las seis de la tarde, y no pude reprimir el sentimiento de haber vuelto a nacer”. 
 
“Junto a Manuel Zabala, Gabo encontró también un nuevo encanto en el periodismo luego de comenzar a trabajar en el periódico El Universal”, dijo el profesor Esteban Vega Bedoya en entrevista con Al Día News, haciendo énfasis en la importancia que tuvo el periodismo para el escritor. 
 
Vega Bedoya es profesor del programa de Lingüística y Literatura de la Universidad de Cartagena y participó en una de las lecturas en torno a García Márquez y la ciudad durante el Festival de Música de Cartagena, que finalizó este 10 de enero. 
 
Justamente, en 1948 en El Universal, el periodico local, García Márquez inició su camino en las letras.  Dentro de su labor como periodista, afinó su lenguaje y siempre agradeció ampliamente este oficio para llegar a ser un gran escritor. Su legado en este oficio “sigue vigente en las nuevas generaciones, a través de escuelas de formación como la Fundación Gabo”, mencionó Vega Bedoya, destacando el festival que se realiza en Medellín, donde se celebran los mejores trabajos periodísticos de Latinoamérica.
 
De hecho en su libro “Del Amor y Otros Demonios”, Gabo se presenta como un joven periodista que es enviado a investigar unas excavaciones en donde encontrará la inspiración para su historia. Este es uno de los libros que tienen como escenario Cartagena, la de la época de la colonia, cuando se traficaba con esclavos. También ocurre en “El Otoño del Patriarca”, donde relata la vida de un dictador que muere viejísimo, llegando a conservar el poder durante más de cien años. Y en “El amor en los tiempos del cólera”, la relación entre Florentino Ariza y Fermina Daza empieza en la plaza Fernández Madrid de la ciudad amurallada.
 
La obra de Gabo en Cartagena no solo ha dejado huella en la forma que se narra la ciudad, sino también en la forma de hacer periodismo, que como él mismo decía es “el mejor oficio del mundo”. 
Los colores de Gabo 
Vega compartió con el público un fragmento de un guión curatorial sobre diferentes investigaciones realizadas en torno a la vida del Nobel. De igual forma, otros asistentes leyeron una parte de sus obras favoritas del escritor. La charla se desarrolló en un lugar emblemático para la vida de Gabo, el patio del Claustro de la Merced. Allí se ubicaba la sede de la facultad de derecho de la Universidad de Cartagena cuando volvió a intentar estudiar derecho por orden de su padre. 
 
En el Claustro también yacen sus cenizas desde 2016, luego de su muerte el 17 de abril de 2014 en México, justo como él lo pidió algún día. Sus restos reposan bajo un busto de bronce elaborado por la escultora británica Katie Murray, amiga de la familia, mientras en los árboles que lo rodean vuelan grandes mariposas amarillas.