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Rebosaban quejas de usuarios latinos que destacaban que a su juicio nada tenía que ver Javier Bardem con el papel cubano y latino de Arnaz.
Un aluvión de quejas de usuarios en redes se hacen eco de que Bardem no es ni del lejos la persona idónea para interpretar el papel. 

El actor Javier Bardem en el centro de un nuevo “zarpazo” a la diversidad en Hollywood

El actor interpreta al cubano Desi Arnaz, esposo de la mítica actriz Lucille Ball en Being the Ricardos. Una incongruencia que va más allá de que Bardem sea…

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La polémica está servida. El anuncio de la nueva película de Aaron Sorkin (Moneyball, A few good men…) quedaba eclipsado por las reacciones al anunciar que serían Nicole Kidman y Javier Bardem quienes en Being the Ricardos quienes interpretarían a Lucille Ball y su marido Desi Arnaz, la pareja que diera a luz la sitcom Yo amo a Lucy.

Las redes sociales, especialmente Twitter, rebosaban de quejas de usuarios latinos que destacaban que a su juicio nada tenía que ver el actor español con el papel cubano y latino de Arnaz. Había quien protestaba porque el rol de Lucille fuera interpretado por una actriz que ha mostrado pocos matices en los últimos años y especialmente escasos en la comedia, como fue en el fracaso de Hechizada.

También eran numerosos los artículos de opinión que tildaban de ceguera la representación diversa, señalando el monopolio de Bardem y los estereotipos en los que se ven encasillados muchos otros actores.

El exitoso director, responsable también de El ala oeste de la casa blanca, venía de triunfar en Netflix con El juicio de los siete de chicago y recibió una oferta por parte de Amazon, para quienes ha escrito el guion y cuenta con equipo de productores ejecutivos. Yo amo a Lucy fue una importante sitcom emitida en la CBS (1951-1957) que supuso una expansión en la diversidad de Hollywood y la consolidación de Lucille Ball como actriz y comediante.

El quid del asunto se despliega en varias direcciones y de ahí que existan enfurecidas opiniones encontradas.

Por un lado, parece que en Hollywood probablemente resulten demasiado snobs hablando de diversidad y expansión mientras que los actores protestan por su ausencia y señalan como el origen del problema la falta de guionistas latinxs que puedan dar vida a sus papeles. En la misma línea está el monopolio de ciertas figuras que acaparan los papeles buenos mientras el resto debe hacer de cholo o persona indocumentada.

Por el otro lado, están las furibundas defensas que el propio modelo comercial ofrece a la hora de presentar proyectos que necesiten de populares cabezas de cartel y las protestas sobre la naturaleza de la representación en la pantalla. Un debate profundamente anglófilo que se replica en otros sistemas culturales, ciertamente señalando la falta de correlación a la hora de elegir nacionalidades pero que puede llevar a una peligrosa pendiente resbaladiza en lo que respecta a la fiscalización de las nacionalidades de los actores.

Tal vez el clavo para poner punto y aparte al debate sea el hecho de que esa sitcom de Ball y Arnaz representaba de un modo especial la lucha contra las barreras y estereotipos de la industria estadounidense. Por ello, en este caso concreto podrían haber hecho falta esfuerzos extraordinarios para estar a la altura y quitarse de encima las acusaciones de miopía latina.