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Photo: At the Ready.
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Biden plantea su reforma migratoria. Mientras tanto, en El Paso…

Adolescentes mexicoamericanos son reclutados en institutos de Texas para convertirse en agentes del ICE.

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Se ofrece buen sueldo y la posibilidad de tener un arma. Este es el mayor incentivo de una formación profesional que oferta una escuela secundaria de Texas a sus alumnos y que ha puesto al descubierto el documental At the Ready, proyectado en Sundance la pasada semana, donde muestra cómo los adolescentes, especialmente mexicoamericanos, son reclutados en El Paso para convertirse en los futuros garantes de las leyes de inmigración. 

Ubicada tan sólo a 16 kilómetros de la frontera con México y con un alumnado en su mayoría latino, Horizon es una de las grandes canteras de los futuros cuerpos del ICE, la DEA y quizás la policía y el sistema penitenciario estadounidense. 

Cuando la directora de At the Ready, Maisie Crow, empezó a rodar el documental, en 2018, existían en Texas más de 900 escuelas que ofrecían este tipo de programas, que resultan muy atractivos en ciudades como El Paso, considerada la urbe más segura de todo el país, la de mayor concentración migrante y un lugar hay pocas opciones de hacer carrera excepto en los cuerpos del orden. 

Desenfundar un arma, esposar a un detenido e incluso practicar maniobras paramilitares son la instrucción que reciben estos jóvenes, en su mayoría latinos. 

Sin embargo, para muchos adolescentes latinos que acaban aplicando a estos programas y también para sus familias, el futuro plantea más de un problema moral. Sobre todo cuando los autobuses de deportados, fruto de la política de separación de familias de Trump, cruzan frente a ellos cargados de niños y se les hace difícil pensar que su objetivo como graduados del Club de Justicia Penal de Horizon será “protegernos de cosas malas como los cárteles, las drogas que entran en el país”, cuentan los padres de una recién graduada. 

Los alumnos aprenden en estos cursos a esposar de forma correcta a un sospechoso, a sostener un arma y desenfundar, e incluso realizan maniobras paramilitares, junto a la promesa de que en plena crisis económica del país empezarán a ganar un sueldo de alrededor de 50.000 dólares controlando fronteras. Un pellizco más que apetecible.

En la ciudad de El Paso, la profesión de agente de control de aduanas sigue siendo la salida más rentable para muchos adolescentes mexicoamericanos.

Las historias que recoge At the Ready reflejan los debates y las dudas morales de estos chicos. Como Mason (ahora Kassy, persona transgénero), que se unió al Club de Justicia Penal de Horizon buscando una comunidad y un propósito, pero que como persona LGBTQ y latina se pregunta si podrá realmente hacer una carrera aplicando unas políticas migratorias con las que no está de acuerdo.

 O César, cuyo padre fue deportado a Juárez tras un arresto y que entró en el Club de Justicia Penal cuando un guardia fronterizo se lo propuso en una de las ocasiones en que César cruzaba la frontera para ir a verlo. 

Uno de los puntos más interesantes de At the Ready y sus protagonistas tiene que ver con la particular coyuntura vivida en 2018, año del rodaje y también de la caravana de migrantes de Centroamérica que se dirigió a la frontera provocando un arduo debate político y un momento de extrema tensión racial y xenofobia. 

Los estudiantes de Horizon son testigos, como todos, de la retórica violenta del gobierno Trump y las imágenes que hielan la sangre, lo que provoca una encendida discusión de la que un alumno quiere mantenerse al margen. “¿Están hablando de personas o de una plaga?”, se cuestiona.

Ahora que el gobierno Biden, el más multicultural en la historia del país, se ha puesto manos a la obra para una reforma necesaria de la política migratoria, las aristas de este debate no sólo tienen que ver con la regularización del estatus legal de muchas personas o con las deportaciones masivas de las que hemos sido testigos -a menudo silenciosos-, sino también con el futuro de muchos jóvenes que viven en la contradicción de seguir una carrera que muchas veces colisiona con su propia identidad y su legado.

El debate sigue abierto, sus flecos son tan infinitos como las nociones de frontera-muro-valla-sentido de pertenencia y privilegio. 

¿En qué medida una escuela se convierte en una trinchera?