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El video del ornitólogo aficionado Christian Cooper sufriendo racismo de una paseante blanca en el Central Park de Nueva York conmocionó al mundo. Photo: El Siglo de Durango.
El video del ornitólogo aficionado Christian Cooper sufriendo racismo de una paseante blanca en el Central Park de Nueva York conmocionó al mundo. Photo: El Siglo de Durango.

BLM en el laboratorio: Luchando contra el racismo en la ciencia

Los científicos afroamericanos y latinos denuncian un “techo de cristal” racista en la academia, pero están tomando medidas.

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El pasado mes de mayo un pájaro de mal agüero sobrevoló Central Park. Amy Cooper, una mujer que paseaba a su cocker spaniel, se tropezó con el ornitólogo afroamericano Christian Cooper -el apellido es solo una coincidencia- y en un alarde racista la Cooper blanca llamó a la policía. El video conmocionó a medio mundo justo unas horas antes del asesinato de George Floyd en Mineápolis. 

Este no es el primer problema que ha tenido un científico negro en un país que se dice diverso, más en un campo tan supuestamente “neutral” como es la ciencia. Según reporta la ABC, los profesionales de la ciencia llevan años enfrentándose a la discriminación hasta el punto de que muchos de ellos han optado por llevar sus credenciales cuando hacen trabajo de campo.

Así se lo explicaba a la periodista Christina Larson el ecologista afroamericano de la Universidad de Washington Christopher Schell, que estudia cómo el coronavirus está afectando a la vida silvestre de Seattle. 

"Llevo las gafas más nerd que tengo y a menudo una chaqueta con el logo de mi universidad, para que la gente no me confunda con lo que piensan que es un matón o un gamberro", le dijo Schell.

También la botánica de la Universidad de Bucknell Tanisha Williams se ve obligada a llevar sus guías de campo con ella para evitar parecer “sospechosa” cuando busca plantas en los parques públicos.

"He sido interrogada por extraños al azar", afirmó. "Ahora traigo mis libros de flores silvestres y guías de campo botánicas, tratando de parecer una científica. Es para otras personas. De otra manera no llevaría estos libros".

La cuestión no se limita únicamente al acoso en su campo, sino a la falta, cuentan, de una perspectiva diversa en las investigaciones. Ya que según numerosas encuestas, como la realizada por la Fundación Nacional para la Ciencia en 2016, sólo un 6% de los académicos que se identificaron como negros obtuvieron doctoras en ciencias de la vida, y menos del 3% en física y ciencias de la tierra. Mientras que los estudiantes latinxs ostentan un porcentaje sólo algo superior, siendo el 8% de los doctorados en ciencias de la vida y en torno al 5% de los doctorados en ciencias físicas y de la Tierra. 

Según el investigador de la Universidad de Washington Scott Freeman, el tema no es la falta de interés de estas minorías étnicas sino la carencia de recursos económicos de muchas familias para que sus hijos se orienten a una formación científica desde la enseñanza secundaria y la preparatoria para la universidad. 

Ahora llevar la justicia racial y social al centro del debate académico es una de las preocupaciones esenciales de muchas instituciones científicas y cada vez más investigadores están utilizando sus redes para compartir sus experiencias de racismo en estos entornos profesionales aparentemente objetivos pero en los que ha habido históricamente un “techo de cristal” para las mujeres y las minorías. Pero también para poner en valor y visibilizar las conquistas de los científicos racializados. 

"Al crecer, el único botánico negro del que había oído hablar era George Washington Carver", dijo Williams que ayudó a organizar una campaña en Twitter para destacar los logros de los botánicos negros.