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Familia y comunidad: La pasión de los japoneses por la cultura lowrider

Más allá de la estética y la música, los valores tradicionales de la comunidad chicana tienen en Japón a su pequeño Little East Los Angeles. Así es como el…

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Hace unos años que desde la arena cultural se ha criticado la apropiación cultural como un segundo o tercer saqueo de la herencia de comunidades históricamente invisibilizadas. 

Lo vimos este 2020 con el fenómeno provocado por American Dirt, cuando Jeanine Cummins hizo suyo el drama migrante para vender una novela sembrada de tópicos y ajena a aquellos que padecen la tragedia, y en otras muchas ocasiones. 

Sin embargo, hay una diferencia obvia entre apropiarse los elementos de otra cultura o “fundirse” en ella, y la clave está en el reconocimiento.

Si bien está llena de riqueza y matices hermosos, la cultura tradicional de Japón contrasta con un estilo de vida acelerado, individualista y frío de los tiempos presentes. En una ocasión, una joven japonesa reconocía no haber abrazado a su madre nunca y añadía ante la sorpresa de quien les habla: “Bueno, ya la abrazaré cuando muera”.

Es por ello por lo que desde hace unos años, y debido, cuentan, a la visita de un periodista japonés a Los Ángeles para participar en un evento Lowrider, que algunos de los valores y la estética de la cultura chicana empezaron a llegar a Japón. Y lo que es más curioso, a ser celebrados. A “fundirse”en ella añadiendo su propia cultura en un intercambio que podría enriquecer a ambas partes.

Entre ellos, la rapera japonesa MoNa a.k.a Sad Girl, las letras de cuyas canciones no sólo pasan del japonés al inglés y español, sino que utiliza el hip hop chicano para desafiar los discursos del patriarcado.

Según Sad Girl, conocer la cultura chicana la salvó, pero con el tiempo la influencia de la cultura lowrider en el país tenderá a desaparecer, ya que muchos de los jóvenes que la siguen sólo conocen esta cultura por ella y no han tenido acceso a la original.

También Mike Style, DJ y propietario de una tienda en Osaka, importa todo tipo de diseños, ropa y elementos de la estética chola desde Los Ángeles, y para él la subcultura lowrider es tanto un estilo de vida como una forma de reivindicación y amor propio. Una especie de “It 's not your business” para quienes quieren fiscalizar la diferencia. 

Tanto la música como los coches y la ropa forman parte de esta cultura “asumida”, como reconoce un pionera japonés, Junichi Shimodaira; sin embargo, los valores de la familia y la comunidad son incluso más centrales para los “cholos japoneses”. 

Más allá de dejarse llevar por los tópicos, o reproducir el estereotipo pandillero, artistas como Night tha Funksta centran sus trabajos en este sentido de colectividad y amor por las raíces, de un colectivo latinx históricamente minusvalorado en Estados Unidos pero cuyo bagaje histórico, cultural y social es tan enorme como su sentido de pertenencia. 

La cultura está exenta de pureza, lo que ha ayudado a que evolucione es el “choque”, el mestizaje y, claro está, el reconocimiento de esta herencia. Sayonara.