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Estas cebollas tiernas son uno de los mayores placeres gastronómicos de Cataluña. Foto: Jake Bellucci
Estas cebollas tiernas son uno de los mayores placeres gastronómicos de Cataluña. Foto: Jake Bellucci

Una cebolla tierna es todo lo que debes probar en España

Si viajas a España en febrero, aprovecha para sumarte a la moda foodie de los calçots.

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Febrero es uno de los meses más esperados en Cataluña. No porque sea el más corto del año. Ni siquiera porque tenga un día dedicado al amor. Febrero en tierras catalanas es sinónimo de calçots, una cebolla alargada que cada año reúne amigos y familia alrededor de una mesa.

La moda de comer cebollas tiernas

Comer calçots, o calsots en castellano, ha formado siempre parte de la cultura catalana. Estas cebollas tiernas de entre 15 y 25 centímetros de largo, proceden de las zonas cercanas al río Ebro. De hecho, son el plato más popular de Valls, un pequeño pueblo de la provincia de Tarragona.

A pesar de que durante décadas los calçots se consumieron solo en Cataluña, en los últimos años su popularidad ha alcanzado toda la Península. De hecho, hoy en día no solo se cultivan en toda España sino que se pueden probar en restaurantes de ciudades como Londres o Nueva York.

Comer calçots

Sin embargo, por muy internacionales que se vuelvan, no habrá experiencia que se asemeje a comer unos buenos calçots en una masía catalana. La tradición dice que entre los meses finales del invierno y los primeros de la primavera, toca ataviarse con un amplio babero y sentarse a la mesa. ¡Comienza la calçotada!

Durante estos meses son habituales las reuniones con amigos, llamadas calçotadas, para disfrutar de este manjar. Los requisitos para participar son solo tres. Hacerse con un buen babero, estar dispuesto a mancharse las manos y… ¡tener hambre!

La calçotada

La jornada comienza encendiendo una hoguera de leña de sarmiento. Sobre sus llamas se incorporan los calçots, que pueden ir sujetos por un alambre o en una parrilla. Pasados entre cinco y siete minutos después, se da la vuelta a los calçots y se esperan otros tantos minutos. Después de quince minutos, las cebollas lucirán negras. Pero no hay que alarmarse. No están quemadas.

Es ahora cuando te alegrarás de haberte hecho con un buen babero. Y es que los calçots, ahí donde los ves… ¡se comen con las manos! Prepárate para mancharte de negro mientras disfrutas de lo lindo. La tradición dice que debes situar las manos en los extremos de la cebolla. Una arriba y otra abajo. Sujeta por arriba mientras tiras hacia abajo con la otra mano para retirar la capa quemada. Una vez el calçot esté limpio, mójalo en la llamada salvitxada o salsa para calçots.

Calçots en la ciudad

Hace unos años estas celebraciones solo se celebraban, por razones obvias, en las grandes casas de campo. Sin embargo, ahora existen muchas opciones para disfrutar de una buena  calçotada. En toda la región catalana encontrarás masías y restaurantes que ofrecen menú de calcotada. Este incluye una buena ración de calçots y un plato de carne a la brasa. ¿Quién se puede resistir?

 

Los mejores sitios para comer calçots