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Qué mensaje envía Biden al mundo con las nominaciones de su gabinete

El nombramiento de Linda Thomas-Greenfield como embajadora parece querer anunciar un cambio.

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Esta semana conforme se iban celebrando los muchos nombramientos que deberá hacer el nuevo presidente Joe Biden el resto de naciones tomaba notas de los distintos perfiles, que ciertamente tratan de dibujar un mapa más plural que el anterior, para poder redirigir y encajar las nuevas medidas geopolíticas que al fin y al cabo siempre se concretan en acciones de individuos.

Hizo una rápida llamada a filas a Linda Thomas-Greenfield, una veterana diplomática retirada que ha servido en cuatro continentes durante más de treinta años, que se reincorporará para representar el país ante la Organización de Naciones Unidas como embajadora. Publicaba entonces un mensaje en redes con una foto junto a John Kerry declarándose lista para volver a trabajar. Su perfil es el de una persona atenta al impacto (colonial) de la política estadounidense en África y ya había desempeñado funciones de representación en países subsaharianos bajo el mandato de Obama como Liberia, Pakistán, Kenia, Gambia, Nigeria y Jamaica. 

Seguía su transición con el nombramiento como secretario de Estado de Antony Blinken, amplio conocedor de los círculos diplomáticos y profundo europeísta que ha manifestado en varias ocasiones su apuesta por la alianza transatlántica y la cooperación entre naciones, lo que podría ser bueno para la relación con Europa pero también con China e Irán. Jake Sullivan, joven pero con una ancha trayectoria política, quien habría sido profesor en la Yale Law School y consejero en las negociaciones con Irán, ha sido nombrado consejero de Seguridad Nacional.

También ha provocado revuelo mediático y una sensación de diversidad, lo que no era complicado tras el equipo republicano, los nombramientos de Alejandro Mayorkas como director del Departamento de Seguridad Nacional y el de Avril Haines como directora de Inteligencia Nacional, la primera mujer con ese cargo. 

La alegría brotaba en algunos medios progresistas por el nombramiento del abogado cubano-americano Mayorkas y el hecho de que un latino fuera a quedar al frente de la política migratoria. Sin embargo cabría recordar, especialmente vistas las experiencias con anteriores gobiernos, que el problema migratorio no está solamente atravesado por la raza o el género sino que, sobretodo, es un problema de clases y pobreza. Dicho de otro modo: las fronteras no son sólo un asunto de nacionalidad y tienen extrema predilección por el dinero. 

Sobre todos estos nombramientos, contando con que serían ratificados por el Senado, expresaba Joe Biden que “Juntos, estos servidores públicos restaurarán a Estados Unidos a nivel mundial, su liderazgo global y su liderazgo moral”. Tal vez la apariencia de multiculturalismo quedaba difuminado por un mensaje como ese pero sea como sea parece que el resto de países atentos respiran un poco más tranquilos al encajar todos estos nombramientos en las predicciones necesarias para que se recuperen acuerdos como el de París o la financiación de la OMS.