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Un manifestante ondea una bandera quemada ,en San Juan, Puerto Rico, durante el paro general contra los recortes, que coincide con el Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajador. EFE
Un manifestante ondea una bandera quemada ,en San Juan, Puerto Rico, durante el paro general contra los recortes, que coincide con el Primero de Mayo, Día Internacional del Trabajador. EFE

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Porque la indignación del pueblo puertorriqueño no puede sorprender a nadie que sepa que tras 119 años–¡119 años! –de ser colonia de EE. UU. casi la mitad de la población vive en la pobreza, que la pobreza infantil que alcanza el 60% y el nivel de desempleo es dos veces más elevado que el promedio en EE.UU., y que a la vez hay a un déficit de $650 millones en los fondos de Medicaid. 

Esas son razones de sobra para la indignación de los puertorriqueños, sin mencionar que durante más de un siglo han padecido la negligencia y la arrogancia de EE. UU., un amo colonial que no ha respetado su inteligencia ni tenido en cuenta sus aspiraciones.

Así que, aunque hay muchas señales de que los vándalos no eran manifestantes legítimos sino infiltrados del gobierno --como ha pasado otras veces--, en caso de que unos cuantos verdaderos manifestantes hayan roto las vidrieras de algunos bancos, pues, ¿qué esperaban, que les tiraran flores a los que han sumido la isla en un caos económico?

Después de todo, ¿cómo se pueden comparar unas cuantas vitrinas rotas con el daño causado por la ley federal conocida como PROMESA, un acrónimo que parece escogido por el Congreso para burlarse de la isla y de los más de tres millones de ciudadanos norteamericanos que la habitan?

Dicha legislación coloca la isla bajo el dominio de una junta de control fiscal designada por el presidente, cuya función primordial no es ayudar a Puerto Rico, sino servir como una agencia de cobros de una dudosa deuda de $7,300 millones, que los puertorriqueños exigen sea auditada para que se sepa cuánto se debe en realidad y quiénes son los acreedores.

Como ha reportado TeleSur, “un informe casi inconcebible de ReFund America Project afirma que cerca de la mitad de la deuda de la isla no consiste de fondos prestados, sino de intereses de bonos suscritos por firmas de Wall Street, que se están haciendo de enormes ganancias con sus abusivos esquemas de préstamo”. ¿Por qué tendría el pueblo que pagar por esto?

Vergonzosamente, el gobernador “Ricky” Roselló y su claque, en su ridículo sueño de que Washington acceda a hacer Puerto Rico el estado 51, les hace el juego a los amos con una entrega y un entusiasmo dignos de mejor causa. Y si quedan en el camino empleos, escuelas, universidades y hasta la capacidad de las familias de ganarse la vida, pues qué se le va a hacer… No por gusto los manifestantes repetían “Ricky está vendiendo la isla” una y otra vez.

Los boricuas saben perfectamente que lo que promete la Puerto Rico Oversight, Management and Economic Security Act, la infame PROMESA, es solo más humillación y sacrificio, lo cual no debe sorprender a nadie. Después de todo, ¿cuándo se ha visto que un poder imperial trate a una colonia con respeto y con justicia? Puerto Rico es la colonia más vieja del mundo, lo cual quiere decir que hasta que la isla no se convierta en una nación independiente continuará estando a la merced de los designios imperiales de Washington.

Es vergonzoso que haya quienes se preocupen más por unos cuantos vidrios rotos que por la dignidad de su pueblo.