Imaginen una espectacular mega construcción que cruza los Andes como si estos fueran un queso gruyère. Un agujero de gusano gigante, así es el Túnel de La Línea que fue inaugurado el pasado viernes por el presidente de Colombia, Iván Duque, y que se convierte, según dijo el mandatario “en la obra de infraestructura más importante que se ha hecho en la historia de nuestro país”.

Una espectacular construcción de 8.650 metros que se enmarca en un complejo vial que comunica Cajamarca, en el departamento de Tolima, con Calarcá, en el Quindío, y que hará a los transportistas que salen desde el puerto de Buenaventura ganar una media de 50 minutos en sus viajes. 

Casi un siglo han tenido que esperar los colombianos para ver el proyecto hacerse realidad. La idea del túnel la planteó por primera vez el ingeniero Luciano Battle en 1902, pero entonces perforar la Cordillera Central era un desafío tan enorme que tuvieron que esperar hasta 2008, cuando el Gobierno de Álvaro Uribe inició la obra a una altitud de 2.400 metros sobre el nivel mar. 

No obstante, la corrupción del Ejecutivo y diversos problemas geológicos paralizaron el proyecto en numerosas ocasiones hasta que por fin el túnel, ha sido terminado una década más tarde. Aunque el resto del complejo Cruce de la Cordillera Central, que consta de 25 túneles y el que se ha invertido unos 783 millones de dólares, no se pondrá en servicio hasta mediados del próximo año.

En una de las entradas del larguísimo túnel latinoamericano se ha instalado un monumento que homenajea con sus nombres a las más de 6.000 personas que participaron en su construcción.